Vistos, se confirma

Por Rodrigo Rojas Palma

Para los abogados que litigamos en materia tributaria, las palabras que sirven de título a esta nota, son absolutamente habituales.

Esta resolución judicial, breve y concisa, es la más común en los recursos de apelación que son resueltos por la Undécima Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, denominada – de modo informal– la “Sala Tributaria”.

Aunque uno nunca pierde la esperanza, después de haber alegado ante la mencionada sala la resolución “Vistos, se confirma” no constituye sorpresa.

Si bien no existen estadísticas respecto de las sentencias emitidas por esa Sala, sí existen algunos estudios que indican que a nivel de los Tribunales Tributarios y Aduaneros, estos fallan a favor del Fisco en un 70% de las causas que resuelven y, en el caso particular del Cuarto Tribunal Tributario y Aduanero de Santiago, ese porcentaje sube a 91% a favor del Fisco. Podría asegurar, sin temor a equivocarme, que esos mismos porcentajes se repiten a nivel de la Undécima Sala.

Aunque no podemos establecer certezas del porqué de estos porcentajes y de los malos resultados a favor de los contribuyentes, especialmente a nivel de la Corte de Apelaciones, podemos esbozar algunas ideas.

Uno de los principales problemas que incide en los resultados es la casi permanente renovación de los ministros que integran la “Sala Tributaria”, lo que genera que no se vaya produciendo una verdadera especialización de los jueces encargados de conocer las causas, muchas veces muy complejas en cuanto a su problemática.

Los ministros que se suceden en esta sala vienen de carreras judiciales muy tradicionales, donde se han desempeñado como secretarios, jueces o relatores, sin ninguna formación en materias tributarias o financiero-contables, los que luego de un año de conocer estas causas, son enviados a otras salas a conocer otras materias, y también llegan a la Undécima Sala ministros que vienen de otras salas donde han estado conociendo otros tipos de materias. Es decir, se pierde toda la especialización y comienza un nuevo proceso de aprendizaje.

Un segundo problema es la falta de estudio de las causas, que normalmente son resueltas en la misma audiencia, luego de haber escuchado la relación y los alegatos de las partes. Rara vez las causas quedan en acuerdo, aunque sea para revisar con mayor detenimiento los antecedentes acompañados.

Lo anterior ha sido ratificado por abogados integrantes de esa sala, quienes han señalado que tratándose de algunas materias especificas -como por ejemplo las causas sobre Facturas Falsas- la Sala, antes de escuchar los alegatos, supone que el trabajo del Servicio de Impuestos Internos es correcto y la causa debe ser confirmada.

Las causas tributarias, generalmente complejas, conllevan aspectos legales, financiero-contables y económicos que no son de manejo habitual por abogados y  jueces, lo que requiere conocimientos especializados, que generalmente entregan programas de postítulo específicos o la propia experiencia profesional.

Esta realidad indesmentible ha ido promoviendo la creación de una Corte especializada, que sea la encargada de conocer y resolver las causas tributarias, que asegure que los ministros encargados tengan los conocimientos técnicos y jurídicos para revisar los expedientes y antecedentes con mayor propiedad, garantizando la revisión de los fallos de los TTA con seriedad.

Ojalá este tema sea analizado por el Ejecutivo y se convierta en un proyecto de ley que modernice la segunda instancia, especialmente en materia tributaria.