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La Transición a ser abogado in house, parte 4 y final: La Transición es un Trabajo en Equipo

Esta semana cerramos el proceso de coaching de transición de Juan Carlos, Gerente Legal que llegó a Fantasía S.A. como abogado in house, tras haberla asesorado por años desde un estudio jurídico. Fue un cambio grande y tras la jubilación de Raúl, asumió formalmente la Gerencia. Hasta ahí, todo iba bien, pero nada más tomar el cargo empezaron los problemas con los demás gerentes, pues lejos de verlo como un Bussiness Partner, lo veían trabajando exclusivamente para Pedro Pablo, el Gerente General.

Por Sebastián Rodríguez*.

Cuarta parte

Esta semana cerramos el proceso de coaching de transición de Juan Carlos, Gerente Legal que llegó a Fantasía S.A. como abogado in house, tras haberla asesorado por años desde un estudio jurídico. Sí, fue un cambio grande y tras la jubilación de Raúl, asumió formalmente la Gerencia. Hasta ahí, todo iba bien, pero nada más tomar el cargo empezaron los problemas con los demás gerentes, pues lejos de verlo como un Bussiness Partner, lo veían trabajando exclusivamente para Pedro Pablo, Gerente General de Fantasía S.A.

Cabe mencionar que al principio la relación del Gerente General y Juan Carlos era estrecha y amistosa, pero los continuos reclamos de las demás áreas obligaron a Pedro Pablo a tomar medidas y una de las más urgentes era un proceso de coaching, pues para los demás gerentes, Juan Carlos necesitaba desarrollar habilidades blandas para trabajar en equipo.

Ahora, desde la lógica de Michael D. Watkins, estamos atrasados, pues este proceso debió haber partido incluso antes de asumir la Gerencia Legal. Lamentablemente no se hizo, pues la gran paradoja de los procesos de transición -según el autor de Los Primeros 90 días- es que los líderes “suelen sentirse demasiado ocupados para aprender y planificar sus transiciones. Reconocen que deberían aprovechar los recursos disponibles y dedicar tiempo a planificar su transición, pero las exigencias de su nueva función tienden a desplazar este trabajo tan importante”.

Juan Carlos, fiel a su estilo directo, me confesó que si seis meses atrás le hubieran planteado “someterse” a un proceso de coaching se habría negado, con el argumento de que “no tengo tiempo para tonteras. Estoy muy ocupado”. Hoy canta otro gallo y después de diez sesiones de trabajo reconoce que los procesos estructurados son necesarios para las transiciones. Y que los coach, semana a semana, son un importante recordatorio de que tienen que levantar la cabeza y pensar.

Para Watkins el coaching es una herramienta que permite a los líderes que transitan a una nueva posición “aprovechar el tiempo previo a la incorporación y les ofrecen el apoyo que necesitan en el momento oportuno”. Además, los encuentros con el coach empujan a sus coachees a la acción, algo que Juan Carlos lamentó profundamente en la última entrega, pues ahí se dio cuenta que nunca había ido a ninguno de los encuentros que Raúl organizaba después de la oficina.

Así, tener sesiones calendarizadas con un coach en un proceso de transición, obliga a los líderes a salir del calor de la batalla para “relacionar, crear o refinar su plan de 90 días”, pues Watkins no cree en las transiciones o adaptaciones “que fluyen” o que son exclusivamente marcadas por el ritmo del líder, sino que confía en los procesos que cuentan con eventos e hitos clave para cada etapa de la transición.

Vamos con Juan Carlos

Hola Seba, aunque no lo creas, me apena llegar a la última sesión.

¿Por qué no te creería?

La sesión pasada te dije que si me hubieran ofrecido un proceso de coaching nada más asumir la gerencia legal me habría negado porque me parecía una pérdida de tiempo y porque no les creo nada a los psicólogos y menos a esos coach motivacionales que dan lindas charlas. Tengo muchos amigos que escuchan esas webadas y siguen igual de weones, pero debo reconocer que hasta mi señora está sorprendida.

¿Qué le sorprende?

Después de la sesión donde caché que todos se juntaban a tomarse unos schop después del trabajo, decidí comerme nuevamente el orgullo e ir. Y ahí estaban Pedro Pablo, Raúl, Fernando y otros gerentes con los que he tenido una serie de encontrones. Fue difícil, me tuve que bancar tallas, ironías y pesadeces. Me webearon porque había decidido bajar con el pueblo, había salido del Olimpo para visitar a los humanos y tallas de más alto calibre. A punta de schop resistí la primera media hora, pero de ahí en adelante las cosas cambiaron. Raúl fue el primero en tenderme una mano y brindó porque al parecer Juan Carlos no era un caso perdido. Pedro Pablo estaba notoriamente contento y Fernando, el que me había hecho atragantar en un almuerzo, me abrazó y ya bastante entonado, me dijo que había que tener huevos para presentarse después de lo pasado.

Intenso…

Muy, pero Pedro Pablo después se mandó una jugada maestra. Al otro viernes nos invitó a todos los gerentes a su casa. Nos hizo llegar temprano y pasamos directamente a la cocina y nos contó cuál era el menú para la noche. Copa en mano y de manera muy natural, nos fuimos asignando tareas, mientras Pedro Pablo hablaba de lo humano y lo divino. De tanto en tanto supervisaba y probaba nuestras preparaciones. De repente estábamos todos cagados de la risa y sonó el timbre. Era Raúl con su señora. Sorpresa. Y después más sorpresas, pues nuestras parejas fueron llegando y sentándose a la mesa junto a Raúl y su señora. Acto seguido nos tocó atender a nuestros invitados y ya todos servidos y alimentados, pudimos acompañarlos. Todo fue surrealista y mi señora gozó con las historias de los demás sobre mí. Fue genial, pues de ahí las parejas de mis colegas también los empezaron a pelar y en cuestión de horas estábamos todos arriba del columpio. Casi al final Pedro Pablo le agradeció a Raúl la idea, pues si bien a él le encantaba cocinar, nunca se le hubiera ocurrido semejante evento para dar vuelta la página.

¿Qué pasó al lunes siguiente?

Parece mentira, pero todos me respondieron el teléfono y me devolvieron los mensajes. En las reuniones Pedro Pablo volvió a relajarse y ya no repitió su mantra de que los demás no me veían como un Bussiness Partner. De cero a cien. También me empezaron a pedir ayuda con algunos contratos, me incluyeron en negociaciones con proveedores y clientes y en tan solo una semana entendí de que trataba esto de ser parte de un equipo (silencio). Y me doy cuenta que nada de esto sería posible sin la dirección de Pedro Pablo, sin la generosidad de Raúl y tu ayuda. Nunca más diré que el coaching es una webada.    

Así, pese a jugar con el marcador en contra, Juan Carlos logró completar una transición exitosa al integrarse al equipo y es por ello que Michael D. Watkins recomienda que el nuevo líder y el coach conecten cuanto antes. Escuchemos al autor de Los Primeros 90 Días:

“El coach ayudaría al líder a realizar su autoevaluación y a identificar los principales factores de riesgo. También le ayudaría en la planificación y la determinación de objetivos, en la evaluación y la alineación del equipo, en la obtención de feedback sobre como lo está haciendo el líder, y por supuesto, estaría disponible cuando el líder necesitara hablar con el sobre algún asunto especifico.”

Pero ojo, el Coach es un apoyo más, pues tal como dice este autor, la transición es un deporte de equipo donde los actores clave son “los jefes, los compañeros, los subordinados, los de recursos humanos, los coaches y los mentores.”

Finalmente, gracias al esfuerzo mancomunado de todos los protagonistas de Fantasía S.A., Juan Carlos pudo asumir con propiedad la Gerencia Legal. ¿Su principal aprendizaje? Ningún gerente puede trabajar solo. Necesita a sus pares, a su equipo y a su jefe y es por esta razón que, en palabras de Juan Carlos “si vuelvo a transitar a otra posición o a otra empresa te voy a llamar al toque, pues no quiero volver a vivir seis meses en la pitilla”.

*Sebastián Rodríguez Gómez de la Torre es Psicólogo, Coach Ejecutivo y de Equipos.

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