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El impacto real de la IA en el negocio legal

Por: Daniel S. Acevedo Sánchez | Linkedin | Email*

En el mundo legal y empresarial, todos hablan de inteligencia artificial y la conversación suele girar en torno a una palabra: eficiencia. ¿Cómo podemos usar la IA para revisar contratos en minutos en lugar de horas? ¿Para automatizar la investigación jurídica y reducir costos? Son preguntas válidas y, sin duda, importantes. Pero pensar que la IA es solo una herramienta de productividad es como decir que internet solo servía para enviar correos electrónicos más rápido. Nos estamos perdiendo de vista la verdadera revolución: el impacto estratégico que transformará no solo cómo trabajamos, sino el modelo de negocio legal en su totalidad. La verdadera ventaja competitiva no vendrá de ser un 15% más rápido en la redacción de un documento. Vendrá de repensar fundamentalmente la práctica legal sobre tres nuevos pilares estratégicos: la confianza como infraestructura, la colaboración como modelo de negocio y los datos como el cimiento de todo.

Daniel S. Acevedo Sánchez

La velocidad con la que avanza la IA es vertiginosa, pero la confianza no ha seguido el mismo ritmo. Como líderes, nos enfrentamos a una paradoja: queremos innovar rápido, pero el riesgo de errores, «alucinaciones» o violaciones de confidencialidad nos frena. La solución no es un manual de políticas que nadie lee, sino construir lo que Nam Nguyen, de TruthSystems.ai, llama una «infraestructura de confianza». En una reciente conversación, Nguyen explicaba que debemos dejar de ver la gobernanza de la IA como un obstáculo y empezar a verla como un sistema operativo. Su visión propone que la IA debe ser tanto el sujeto como la infraestructura de la gobernanza. Piénsalo así: usamos sistemas de IA para supervisar y poner barandillas a otros sistemas de IA en tiempo real. El mayor riesgo a menudo no está en la respuesta que da la IA, sino en la pregunta que le hacemos. Gobernar los inputs, los prompts de nuestros abogados. es tan crucial como verificar los outputs. Esto significa que las firmas y departamentos legales que triunfen no serán los que simplemente compren la última herramienta de IA, sino los que inviertan en una capa de gobernanza que les permita innovar de forma segura, auditable y sostenible. La confianza dejará de ser un concepto abstracto para convertirse en una ventaja competitiva demostrable.

Durante años, la tecnología legal se ha centrado en optimizar el trabajo interno de los abogados. La IA generativa rompe ese molde y nos empuja hacia un futuro «multijugador». Winston Weinberg y Gabe Pereyra, cofundadores de Harvey, argumentan que el siguiente gran salto no será individual, sino colaborativo. Estamos entrando en una era donde firmas y clientes trabajarán juntos dentro de los mismos sistemas de IA. Imagina un espacio de trabajo compartido donde un equipo de abogados, sus clientes y un equipo de agentes de IA colaboran en una transacción o un litigio. La firma no solo aporta su conocimiento legal, sino que también desarrolla y comparte flujos de trabajo automatizados con su cliente, actuando casi como un socio de implementación tecnológica.

Este cambio tiene implicaciones profundas:

  • El valor se redefine: El valor de una firma ya no reside únicamente en las horas facturadas, sino en su capacidad para construir y compartir sistemas eficientes que beneficien directamente al cliente.
  • La relación evoluciona: Los clientes empezarán a elegir a sus asesores legales no solo por su experiencia jurídica, sino por su madurez tecnológica y su capacidad para integrarse en sus operaciones.
  • El talento se potencia: La IA se encargará del trabajo repetitivo, transformando a los abogados junior de «soldados de infantería» a «fuerzas especiales». Su valor radicará en la estrategia, la creatividad y la supervisión de sistemas complejos, haciendo la profesión mucho más atractiva.

Ni la confianza ni la colaboración son posibles sin una base sólida: datos limpios, estructurados y accesibles. Aquí es donde la mayoría de las organizaciones legales tropiezan. Catherine Krow, de BigHand, acuñó un término perfecto para este problema: «deuda de datos». En su análisis en Data Debt, Diversity, and the Business of Law, explica que las firmas son «ricas en datos pero pobres en información». Tenemos montañas de datos de facturación y hojas de tiempo, pero son un caos de códigos inconsistentes y narrativas desordenadas. Alimentar un modelo de IA con estos datos es la receta perfecta para el desastre, porque la primera regla de la inteligencia artificial es: garbage in, garbage out (basura entra, basura sale).

La inteligencia artificial ha llegado para quedarse, pero su verdadero potencial no se desbloqueará con la compra de una nueva licencia de software. La revolución será liderada por aquellos que entiendan que la tecnología es solo el catalizador de un cambio mucho más profundo. La pregunta para los líderes legales ya no es si deben adoptar IA, sino si están construyendo las bases estratégicas para que esa adopción no sea solo un parche de eficiencia, sino el motor de su futura relevancia en el mercado. Aquellos que construyan sobre los pilares de la confianza, la colaboración y los datos no solo sobrevivirán a la disrupción, sino que la definirán.


Daniel S. Acevedo Sánchez es consultor en transformación digital y estrategia – Legal, Tax & Finance*

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