Columnas
¿Por qué Chile debe contar con urgencia con un programa de residencia o ciudadanía por inversión?
Por María Esperanza Schorr Donoso*
Chile tiene uno de los pasaportes más poderosos y respetados del mundo. Permite ingresar sin visado a más de 175 países, incluyendo todo el Espacio Schengen, Reino Unido, Corea del Sur, Japón, Israel, Singapur y Hong Kong. Es, además, el único país de América Latina que participa en el programa ESTA de Estados Unidos, lo que permite entrar sin visa tradicional por 90 días para hacer turismo o negocios. Este privilegio, reservado solamente a naciones con altos estándares de seguridad, cooperación internacional y credibilidad documental, convierte al pasaporte chileno en un activo diplomático de primer nivel.
Nuestro pasaporte se transmite por sangre, admite la doble nacionalidad y goza de una reputación intachable de seguridad y bajo riesgo de fraude. Es, literalmente, un símbolo de confianza, estabilidad y libertad de movimiento: Un reflejo del prestigio que Chile proyecta en el mundo.
En el ámbito económico, Chile se posiciona entre los países más estables y mejor calificados de América Latina. Es una de las economías más abiertas del planeta, ya que ha suscrito 33 acuerdos comerciales que cubren 65 economías, otorgándole acceso preferencial al 88% del PIB mundial, entre ellos, Estados Unidos, la Unión Europea, China y Japón.

Esa red comercial es el manifiesto de un país confiable, conectado y competitivo. Además, Chile mantiene una inflación interanual de 3,4% a octubre de 2025, frente al promedio regional de 7,6% que existe en América Latina y el Caribe según el Fondo Monetario Internacional (FMI), reforzando su reputación como economía disciplinada y predecible.
A ello se suma un sistema bancario sólido y regulado, un régimen fiscal transparente, y un Estado con credibilidad institucional. Chile ofrece convenios de doble tributación con más de 30 jurisdicciones, un marco jurídico seguro, la posibilidad de crear sociedades en 24 horas y una carga tributaria moderada frente a los estándares europeos.
Chile no solamente brinda estabilidad. También calidad de vida, desarrollo y oportunidades para trabajar, emprender e invertir. Su infraestructura moderna, su conectividad digital avanzada, su sistema educativo de excelencia y su equilibrio entre naturaleza y ciudad lo convierten en un destino ideal para profesionales, emprendedores e inversionistas globales.
Santiago de Chile figura en forma constante entre las ciudades más habitables y conectadas de América Latina, y el país ocupa posiciones destacadas en los principales índices internacionales de competitividad, libertad económica y desarrollo humano.
Y entonces, ¿Por qué, con todo lo espectaculares que somos, todavía no tenemos un programa de ciudadanía o residencia por inversión (CBI/RBI)?
Más de 50 países, entre ellos Portugal, Malta, Grecia, Italia, Panamá, Uruguay y Paraguay, ya entendieron que atraer capital a cambio de residencia o nacionalidad no es vender pasaportes, sino captar inversión, talento y confianza.
Los resultados son contundentes:
En Europa, Portugal, mi programa por lejos preferido, destaca porque ofrece la posibilidad real de acceder a un pasaporte europeo y, con ello, a la libertad de movimiento por todo el Espacio Schengen, sin la exigencia de residir en forma permanente en el país. Basta con permanecer siete días al año o catorce cada dos años. Además, permite reagrupar a tu cónyuge, padres e hijos dependientes, garantizando estabilidad familiar y una ruta clara hacia la residencia permanente y, posteriormente, la ciudadanía portuguesa.
El atractivo del programa radica en su flexibilidad, seguridad jurídica y previsibilidad fiscal, tres cualidades que lo han convertido en todo un referente global. Desde su creación en el año 2012, Portugal ha canalizado más de 7.000 millones de euros en inversión extranjera directa, diversificando su economía hacia sectores de innovación, sostenibilidad y patrimonio cultural, y consolidándose como uno de los destinos más admirados para quienes buscan movilidad, estabilidad y contar con un plan B estratégico e inteligente.
Malta, por su parte, ha aumentado en más de 15% sus ingresos fiscales no tributarios, destinándolos a educación y tecnología. Grecia reactivó su economía postcrisis con un aumento superior al 20% en inversión inmobiliaria extranjera, mientras que Italia atrajo a más de 1.000 residentes fiscales de alto patrimonio en solamente tres años, gracias a su régimen especial de residencia.
En Latinoamérica y Centroamérica, los resultados también hablan por sí solos. Paraguay ha experimentado un aumento superior al 40% en las solicitudes de residencia permanente de extranjeros desde 2020, impulsando sectores clave como la construcción, los servicios y la banca. Este dinamismo se explica por su marco legal flexible, su régimen fiscal territorial, que grava solo la renta generada dentro del país, y su facilidad para constituir empresas con capital extranjero, convirtiéndolo en uno de los destinos más atractivos del Cono Sur para quienes buscan estabilidad y eficiencia fiscal.
Panamá y Uruguay, por su parte, se han consolidado como hubs financieros y tributarios de referencia en la región, gracias a su seguridad jurídica, sistemas bancarios sólidos y marcos regulatorios predecibles. Ambos países han logrado atraer capitales de alto valor procedentes de Estados Unidos, Europa y América del Sur, posicionándose como refugios seguros para la inversión y la planificación patrimonial.
Y justamente ahora, Argentina se encuentra en proceso de preparación de su propio programa de ciudadanía por inversión, orientado a promover proyectos vinculados con energías limpias, innovación tecnológica y economía productiva, con la mirada puesta en reposicionarse globalmente y, eventualmente, acceder al programa ESTA de Estados Unidos, el mismo que Chile ya integra desde 2014, activo que bien podría convertirse en la piedra angular de un futuro programa nacional de residencia o ciudadanía por inversión responsable y de clase mundial.
Y es que Chile tiene todo lo necesario para convertirse en el próximo gran destino global de residencia por inversión: Prestigio, confianza, conectividad, estabilidad, paisajes espectaculares y una calidad de vida envidiable.
A ello se suma una elite intelectual y profesional capaz de repensar, con rigor y visión, cómo implementar este tipo de programas en forma moderna y estratégica, articulando estratégica e inteligentemente el talento nacional y el capital internacional para generar sinergias sostenibles.
Un programa chileno de ciudadanía o residencia por inversión, ético, transparente y alineado con las mejores prácticas globales, podría canalizar recursos hacia energías limpias, tecnología, educación, turismo y economía digital, generando empleo, innovación y transferencia tecnológica, sin comprometer la reputación ni los valores de nuestro país.
En un contexto donde grandes patrimonios de Estados Unidos, Reino Unido y Europa buscan jurisdicciones estables, seguras y fiscalmente eficientes donde invertir, Chile puede y debe consolidarse como un destino de inversión y un refugio de prosperidad, innovación y confianza.
El país lo tiene todo: Reputación, estabilidad, apertura y talento. Solamente falta una cosa: Visión política y valentía estratégica para dar el gran paso.
Porque, si el mundo ya lo entendió, ¿Qué estamos esperando nosotros?
*María Esperanza Schorr Donoso
Abogada UC, LLM, MBA
CEO de Nomad Capital Invest
Co-Founder de Global Nomad Capital




