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IA Generativa en Legal: No he logrado que capten la magnitud del cambio
Pero hoy, el lenguaje natural ha sido descifrado. El lenguaje, nuestro código de comunicación entre humanos, ha sido finalmente entendido por las máquinas.
*Por Diego Quintana.
Hemos realizado varias charlas en estudios de abogados sobre la IA generativa, y aunque hemos percibido un gran interés, también hemos notado cierta pasividad frente al cambio inevitable que está por llegar. Es posible que no haya logrado transmitir plenamente el impacto que esta tecnología tendrá. Hoy, quiero intentarlo de nuevo.
Pensemos en el año 2007, cuando el iPhone hizo su aparición. Esa fue la génesis del desarrollo móvil. Con esa tecnología habilitante, Uber irrumpió en 2009 y transformó por completo dos industrias: la de los restaurantes y la de los taxis. Un ejemplo más cercano es Nubank, el neobanco brasileño que fue lanzado en 2013. Hoy, con una valorización de 63 mil millones de dólares, es el banco más valioso de Brasil, todo en apenas 11 años. El cambio puede parecer lento, hasta que, de repente, se acelera vertiginosamente. La industria de los taxis no pudo reinventarse a tiempo, y hasta hoy, los bancos siguen luchando con su digitalización. Todo esto fue posible gracias a tecnologías habilitantes subyacentes y una nueva forma de ver el mundo.
Nosotros, naturalmente, nos comparamos con nuestra competencia, pero rara vez con aquellas que aún están por surgir.
La IA generativa es, en muchos sentidos, el santo grial de la computación: permite a las máquinas comunicarse en lenguaje humano. Durante décadas, hemos sido nosotros quienes tuvimos que aprender el lenguaje de las máquinas, con sus tarjetas perforadas, algoritmos, lenguajes de programación y precisión matemática, donde un simple error, como una coma mal colocada, puede hacer colapsar un código de miles de líneas. Pero hoy, el lenguaje natural ha sido descifrado. El lenguaje, nuestro código de comunicación entre humanos, ha sido finalmente entendido por las máquinas.
La inteligencia tradicional, medida por el CI, no es más que la capacidad de identificar patrones. Aquellos con un CI elevado pueden enfrentar desafíos extremadamente complejos, como intentar comprender la composición del universo. La complejidad de estos problemas proviene de su nivel de abstracción y la cantidad de variables que interactúan entre sí. ¿Les resulta familiar? A mí me suena muy similar al trabajo de un abogado, quien debe entender la sutileza del lenguaje y cómo las diferentes leyes interactúan con las jurisprudencias, el orden de importancia y cada parte del proceso. Desde mi perspectiva, es un trabajo extremadamente complejo.
Recuerdo una conversación con un abogado especializado en arbitraje, quien me relató un famoso caso entre American Airlines y otra aerolínea. Con gran habilidad, el abogado construyó su discurso en torno al sentimiento de patriotismo, logrando que a partir de ese momento, American Airlines se abreviará simplemente como “American”. Esa táctica le ayudó a ganar un caso difícil.
Para mi mente de ingeniero, eso es una genialidad. Una genialidad basada en un patrón. ¿Qué patrones históricos muestran los intereses y susceptibilidades del juez? ¿Cómo se pueden reflejar esos intereses en el caso? ¿Qué temas únicos del caso y de mi defensa puedo utilizar para captar la atención del juez y del jurado? Hoy, es inclusive más importante saber hacer las preguntas correctas que tener todas las respuestas.
El lenguaje tiene patrones, el ser humano tiene patrones, y la ley es un patrón fundamental sobre el cual se construyen los demás. La posibilidad del resto, lo dejo a su imaginación.
*Diego Quintana, ingeniero industrial de la Universidad Católica. Master of Science – Ms, managment, The London School of Economics and Political Science (LSE). Co fundador de S-Cala.