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Un Nuevo Hito: La Ley de Protección de Datos Personales y el Rescate de la Confianza

Para el mundo privado, esta ley significa una transformación empresarial. No basta con prometer respeto por los datos personales. Ahora es imprescindible demostrarlo: en cada proceso de negocio, en cada interacción.

Por Catherine Muñoz Gutiérrez*.

La publicación de la nueva Ley de Protección de Datos Personales, una reforma integral a la histórica Ley N.º 19.628, marca un hito en el panorama normativo de Chile. Con dos años de vacancia legal, este texto, con su lenguaje técnico y una estructura que pudo ser más precisa, se presenta como tantos documentos legales: frío en apariencia, casi distante, pero cargado de implicaciones que resuenan profundamente en la vida cotidiana. Habla de derechos, de bases jurídicas, de transparencia, y aunque debo decir que muchos de sus artículos me parecen cuestionables y con costos de cumplimiento elevados e innecesarios, me guardo las críticas para otro momento.

Ahora es momento de comprender su verdadero significado y su papel en un marco más amplio: la protección de los derechos fundamentales y el esfuerzo por recuperar algo esencial y profundamente humano: la confianza.

Confianza en que las empresas manejarán nuestros datos con el cuidado que merecen. Confianza en que los gobiernos no abusarán de su acceso a la información que define quiénes somos. Confianza en que nosotros, como ciudadanos, comprenderemos plenamente el valor de nuestros datos y reflexionaremos profundamente sobre con quién decidimos compartirlos y las razones que justifican esa decisión. Confianza, en definitiva, en que nuestras historias, reflejadas en cada dato, estarán protegidas por quienes las manejan.

Catherine Muñoz Gutiérrez

Para el mundo privado, esta ley significa una transformación empresarial. No basta con prometer respeto por los datos personales. Ahora es imprescindible demostrarlo: en cada proceso de negocio, en cada interacción. Mapear, modelar, evaluar los riesgos asociados, ajustar, cambiar o eliminar los procesos donde sea necesario y documentar cada paso son solo el inicio de esta transformación. Este desafío, aunque complejo, trae consigo una oportunidad que pocas empresas pueden permitirse ignorar: la posibilidad de construir relaciones más sólidas y significativas, cimentadas en la confianza y el respeto mutuo.

Porque, al final, las personas se están volviendo cada vez más conscientes del poder de sus datos y de los riesgos que enfrentan. La confianza no es solo un ideal; es la ventaja competitiva más sólida que una empresa puede aspirar a construir. Cumplir con esta ley no es simplemente cumplir con una obligación, disminuir el monto o evitar una sanción; es una oportunidad para demostrar que el respeto a los derechos fundamentales es un pilar de un modelo de negocio rentable, una oportunidad para liderar en un entorno donde el respeto a las personas y sus derechos puede ser el mayor diferenciador.

Claro que esta ley no es perfecta. Habrá fallas en su implementación, debates en su interpretación, ajustes que se tendrán que realizar con el tiempo. A pesar de ello, no debemos pasar por alto que abre la puerta a algo más profundo, a una conversación que hemos evitado sobre qué significa realmente proteger quiénes somos en un mundo donde lo público y lo privado se desdibuja cada día más. Nos recuerda que cada clic, cada dato, cada mensaje o fragmento que dejamos atrás no es solo información aislada, sino una parte de nuestra identidad, de nuestras fragilidades y autenticidad. Protegerlo es, en esencia, protegernos y preservar lo que nos define.

En última instancia, la nueva Ley de Protección de Datos Personales es un recordatorio de que, incluso en un mundo regido por algoritmos y cifras, seguimos siendo humanos. No se trata solo de regular, sino de respetar. De reconocer que detrás de cada dato hay una vida, una historia, una decisión. Es una invitación a imaginar un futuro donde el que el respeto por los datos personales sea inseparable del respeto por la dignidad humana. Porque, en última instancia, esta ley no es solo una obligación legal; es una afirmación sobre los valores que queremos que definan a nuestra sociedad.Principio del formulario

*Catherine Muñoz Gutiérrez, CEO Idónea Consultores.

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