Columnas

Afinando el compliance: lecciones de la música para la integridad organizacional

Por: Susana Sierra y Tamara Agnic 1 Fundadoras y coordinadoras de Women in Compliance Chile

El pasado Más Que Compliance nos dejó una convicción: hablar de cumplimiento no tiene por qué ser sinónimo de rigidez, burocracia o ruido molesto. Al contrario, cuando logramos entenderlo en su verdadera dimensión, el compliance puede sonar como música y enseñarnos valiosas lecciones sobre cómo construir confianza.

Así como ninguna orquesta puede comenzar a tocar sin antes afinar sus instrumentos, ninguna organización puede aspirar a la sostenibilidad sin alinear principios, políticas y prácticas desde las más complejas a las más básicas. Afinar el compliance significa asegurar que los valores se traduzcan en acciones, que los controles no opaquen la melodía del negocio y que la cultura organizacional logre armonía entre lo que se dice y lo que se hace.

Susana Sierra

La metáfora musical ofrece aprendizajes claros. El Directorio y la alta administración son como los compositores: quienes escriben la partitura y definen la música que se quiere interpretar, estableciendo propósito, estrategia y valores. El Compliance Officer o Gerente de Cumplimiento cumple el rol de director de orquesta: no toca cada instrumento, pero marca el ritmo, coordina las entradas y asegura que la ejecución sea coherente con la partitura. Los músicos son todas las áreas y personas de la organización; cada cual aporta su especialidad y, si alguno desafina, se resiente la armonía del conjunto. Finalmente, el público —la sociedad y los distintos stakeholders— recibe esa música y es quien juzga si transmite confianza o solo ruido.

Tamara Agnic

No todas las organizaciones suenan igual, y eso está bien. Algunas interpretarán un jazz flexible y creativo; otras preferirán la rigurosidad del barroco; algunas harán sonar los ritmos urbanos del hip hop; y otras incluso tocarán metal o heavy metal, con toda su fuerza y energía. Lo importante no es qué estilo se elija, sino que cada organización toque la música que realmente refleja su identidad y cultura. Esa autenticidad es lo que hace efectivo al compliance: cuando el sistema de integridad acompaña la verdadera partitura de la empresa y no una melodía impuesta desde afuera.

Otra lección: la diversidad. En la música, los distintos instrumentos no compiten, se complementan; esa variedad es lo que da riqueza a la obra. En compliance ocurre lo mismo: la diversidad de miradas y experiencias enriquece las decisiones, ilumina puntos ciegos y previene errores. Desde Women in Compliance Chile, la red que fundamos hace ya ocho años, hemos comprobado que la colaboración entre mujeres de distintas disciplinas y generaciones crea un sonido único y transformador.

También la práctica nos enseña. Un músico no se forma solo leyendo partituras, necesita ensayar una y otra vez. De igual modo, el compliance requiere entrenamiento constante, capacitación y actualización, porque la excelencia ética se cultiva día a día. Y como en el jazz, la improvisación es posible, pero siempre dentro de un marco compartido que asegura cohesión y propósito.

Hay una lección que no podemos ignorar: en compliance, como en la música, no basta con el estilo ni con el aplauso final. Lo que realmente importa es cómo se llega a la melodía. Son las decisiones cotidianas, las prácticas constantes y las convicciones profundas las que dan forma a una interpretación auténtica. Porque es el camino, y no solo el resultado, lo que define la solidez, efectividad y la ética de toda organización.

Como toda buena interpretación, este encuentro dejó lecciones que siguen resonando, entre ellas la certeza de que la confianza se construye con integridad y transparencia, que el compliance es una cultura viva más que un conjunto de reglas, y que aprender y afinar en conjunto fortalece nuestro propósito común.

El desafío está en que el compliance deje de vivirse como ruido y se transforme en una experiencia que inspire, conecte y movilice. Porque cuando el cumplimiento suena como orquesta, no solo fortalece a las organizaciones: también devuelve confianza a la sociedad.

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