Columnas

Cierres de empresas: lecciones  

Por Pedro Eguiguren*.

Hace poco, Awto, startup de arriendo de autos por minutos, decidió cerrar sus puertas en varios países, incluido Chile, tras varios años de funcionamiento. No se produjo crisis de liquidez ni mala gestión, y había una operación estructurada, con una propuesta innovadora. Dueños, ejecutivos y fondos de inversión involucrados supieron mirar a futuro, analizar tendencias y hacer proyecciones, observando que los números no daban. Tuvieron el coraje de iniciar un cierre ordenado y serio del negocio, dejando cubiertas las deudas contraídas. Algo similar ocurrió en 2024 con la tradicional Compañía Siderúrgica Huachipato. Su negocio ya no era rentable, por lo que no podían continuarse las operaciones, independiente de que fuese brutal para los dueños enfrentar el impacto laboral y social de más de 1.500 trabajadores que iban a quedar sin trabajo. 

Pedro Eguiguren

Convengámoslo: el cierre de un negocio no es tarea fácil, ni de hacer ni de asumir, y más duro es todo esto cuando hay emprendedores y financistas que apostaron por él.  En la práctica, primero se debe lidiar con las emociones -lograr hacer la pérdida y dejar partir a tiempo aquello que se fundó, creó, dedicó horas y, sí, dinero. Luego habrá que privilegiar la razón: optar entre desprenderse de un negocio que dejó de ser rentable, o continuar con uno que, por una mirada corto-placista u otro motivo, desembocará en una insolvencia irremediable. 

También, la forma de poner término a un negocio -y sus consecuencias- será distinta. El rumbo tomado por Awto y Huachipato fue el más recomendable tanto para el empresario o emprendedor como para la sociedad: cesar las operaciones de manera paulatina, cubriendo las obligaciones de pago con trabajadores y otros acreedores. Otra alternativa era esperar hasta el último momento para cerrar las puertas, dejando la estela de deudas y originando -en el mejor de los casos- un procedimiento de liquidación concursal de los activos, según contempla la ley 20.720, con pagos de acreencias hasta donde buenamente se pueda y un cierre medianamente ordenado del negocio. En ese camino, no obstante, quedan múltiples acreedores insatisfechos.  

Las complejas decisiones adoptadas por Awto y Huachipato muestran que, independiente del tamaño de la compañía, es fundamental que emprendedores y empresarios no olviden de tener esa mirada racional e informada de mediano y largo plazo sobre su quehacer. En tiempos de vertiginosos cambios, se debe estar permanentemente atentos a tendencias, innovaciones tecnológicas, la competencia, amén de aplicar autocrítica y escucha de clientes.  

El término, cese de operaciones o cierre de una empresa, entonces, no tiene por qué dejar una sensación de fracaso. En buenas cuentas, se contribuyó al movimiento de la economía, se creó puestos de trabajo y se entregó un producto o servicio a un cliente que lo requería. Otra valiosa enseñanza de los finales ordenados como los descritos es que el respeto de los compromisos adquiridos será esencial para todo empresario que quiera volver a levantarse y emprender de nuevo. 

*Pedro Eguiguren. Socio fundador de Eguiguren y Abogados.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Close
Close