Por Martín López de la Manzanara*.
Hace unos años, en 2018, cuando en Europa entró en vigor el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), muchas empresas se vieron en una encrucijada. ¿Cómo adaptar sus sistemas, procesos y culturas empresariales a una normativa que cambiaba las reglas del juego sobre el manejo de datos personales? Hoy, esa misma pregunta comienza a resonar en Chile con la reciente aprobación de su nueva Ley de Protección de Datos Personales.
Aunque las similitudes entre ambas normativas son claras —Chile se inspira directamente en el RGPD europeo—, la verdadera prueba no está en lo que dice la ley, sino en cómo las empresas pueden hacerla realidad. Y en esto, la experiencia europea ofrece importantes lecciones que las organizaciones chilenas deberían considerar para evitar caer en los mismos errores.
Uno de los mayores desafíos que enfrentaron las empresas en Europa fue Implementar herramientas que les ayudasen en la implementación de sistemas de gestión de protección de datos para controlar los procesos, tener trazabilidad del uso y el objetivo de su tratamiento. No fue sencillo , sobre todo para compañías con sistemas tecnológicos desactualizados o procesos operativos complejos. En Chile, la clave estará en evitar este mismo tropiezo diseñando estrategias graduales y realistas. Adaptar las tecnologías no significa cambiarlo todo de la noche a la mañana, sino identificar las necesidades específicas de cada organización y priorizar las soluciones que tengan el mayor impacto.
Otra de las claves que dejó Europa es que la falta de conocimiento puede ser uno de los mayores enemigos del cumplimiento normativo. Especialmente en las pequeñas y medianas empresas, la ausencia de recursos técnicos y formación adecuada generó incumplimiento y una sensación generalizada de incertidumbre en cómo se estaban llevando a cabo las adecuaciones. En Chile, la inversión en formación y capacitación no debe ser vista como un costo adicional, sino como un paso necesario para integrar la nueva normativa en el ADN de cada organización. Preparar a los equipos internos no solo reduce riesgos legales, sino que también mejora la relación de confianza con los clientes y socios comerciales.
Quizás el aprendizaje más valioso que dejó el RGPD en Europa es que la protección de datos no es un proyecto puntual, sino un proceso continuo. Las normativas evolucionan y, con ellas, las expectativas de los consumidores y socios comerciales. Aquellas empresas que lograron integrar la privacidad en su estrategia empresarial no solo evitaron sanciones, sino que también se posicionaron como referentes en un mercado global que valora la confianza y la seguridad.
En su día, muchas organizaciones europeas encontraron en los marcos de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento (GRC) una solución esencial para afrontar este desafío. Estos modelos no solo ayudan a cumplir con las regulaciones, sino que también promueven una gestión más eficiente de los riesgos, fortaleciendo la resiliencia organizacional. Las empresas chilenas tienen ahora la oportunidad de adelantarse adoptando estos enfoques estructurados. Esto no solo facilitará el cumplimiento, sino que permitirá a las organizaciones construir bases sólidas para enfrentar futuros desafíos en un entorno normativo en constante cambio.
Para las empresas chilenas, la aplicación de la nueva ley no debe ser vista como un obstáculo, sino como una oportunidad para innovar, fortalecer su posición en el mercado y construir una relación más sólida con sus clientes.
Adoptar la protección de datos como un pilar estratégico es mucho más que cumplir con una normativa; es prepararse para competir en un mercado global donde la privacidad y la transparencia son activos clave. Chile tiene ahora la oportunidad de aprender, adaptarse y liderar en la región, demostrando que proteger los datos personales no es solo una obligación, sino una ventaja competitiva.
*Martín López de la Manzanara, Director Regional Adjunto de LATAM en GlobalSuite Solutions.
