Columnas
Cómo la crisis sub prime sigue definiendo el destino de las criptomonedas
"Bitcoin y las criptomonedas han sido objeto de este efecto congelador que resultó de la misma crisis que motivó su nacimiento"
Rodrigo Mella Cáceres
No es ninguna coincidencia que Bitcoin, la precursora de las criptomonedas, haya surgido en medio de la crisis sub prime. En los peores momentos del sistema financiero tradicional, Satoshi Nakamoto pensó en una divisa descentralizada que permitiese prescindir de gobiernos y bancos centrales. De hecho, en el primer registro del blockchain del Bitcoin, Nakamoto adjuntó una línea de texto que hacía referencia a la portada del diario inglés The Times del 3 de enero de 2009 en el que se anunciaba un segundo gran rescate a los bancos ingleses.
No obstante, la crisis sub prime tuvo otro efecto en el propio sistema financiero tradicional. Las cuantiosas pérdidas económicas y, principalmente, la desconfianza que resultó de la crisis trajeron consigo más regulación, mayor supervisión estatal y, en algunos casos, la aplicación de millonarias multas a los bancos e instituciones financieras en los países más afectados.
Una década después, la crisis sub prime sigue teniendo un efecto congelador en el sistema financiero. Los bancos prefieren cumplir con la normativa y, ante áreas grises o poco reguladas como las criptomonedas, estos prefieren abstenerse antes que arriesgar la confianza del regulador. Bitcoin y las criptomonedas han sido objeto de este efecto congelador que resultó de la misma crisis que motivó su nacimiento.
Bitcoin nació como una respuesta a las falencias de un sistema centralizado que, según sus seguidores originales (también conocidos como “ciberpunks”), impiden el libre desarrollo de las personas a través de la manipulación por parte de la autoridad del valor de las monedas y las restricciones a su uso para determinados fines.
El cierre de las cuentas bancarias a los sitios de intercambio (“exchanges”) de criptomonedas en Chile es sólo una muestra de este dilema que en los Estados Unidos ya se produjo en el año 2014 cuando Wells Fargo y JP Morgan decidieron cerrar sus puertas a este tipo de empresas. Sin ir más lejos, el CEO de JP Morgan en los Estados Unidos (Jamie Dimon) fue durante mucho tiempo un abierto opositor de las criptomonedas, aunque en la actualidad ha mostrado cierto arrepentimiento sobre sus comentarios.
Casos como Mt. Gox alimentan la tesis antes expuesta. Mt. Gox fue el primer intercambio de monedas tradicionales (o moneda fiat como se le conoce entre círculos especializados) y criptomonedas creado en 2010 por Jed McCaleb. Tras un tiempo de operación en los Estados Unidos y el posterior cierre de sus cuentas en dicho país, decidió mover sus oficinas a Tokyo. En 2014, Mt. Gox sufrió un abrupto final cuando su CEO Mark Karpeles reconoció públicamente que un hacker había robado silenciosamente gran parte de los Bitcoins de sus clientes que se encontraban almacenados en las cuentas virtuales de Mt. Gox. Miles de inversionistas vieron esfumarse sus ahorros en cosa de segundos, mientras Mt. Gox solicitaba su quiebra.
Las circunstancias antes señaladas, entre otros casos como Silk Road (un sitio creado por Ross Ulricht para comprar y vender drogas por Bitcoins en el deep web) y BitInstant (un exchange creado por Charlie Shrem que permitía cambiar dólares por Bitcoins para ser utilizados en Silk Road) sostienen las razones para que cuatro años después la banca chilena cierre las cuentas de los primos hermanos de Mt. Gox.
Asimismo, Mt. Gox, Silk Road y BitInstant alimentan la tesis del efecto congelador de la crisis sub prime en los bancos, quienes se rehúsan a abrir sus puertas a una innovación escasamente normada por miedo a la reacción del regulador. Bitcoin y las criptomonedas están y seguirán estando en un área gris y, en una época donde los bancos tienen más incentivos a abstenerse que a innovar, el fenómeno de las criptomonedas difícilmente podrá navegar fuera de su estado actual sin ayuda del regulador.
* Rodrigo Mella Cáceres es abogado con Magister en Derecho Económico (2015) de la Universidad de Chile y Master of Laws de la New York University (2017). Profesor de Derecho Bancario y Derecho Comparado de la Universidad Alberto Hurtado y autor del libro Derecho Bancario (Ed. Thomson Reuters, 2016).