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Entre la ética y la profesión: “Del otro lado del jardín”

El cine tiene el poder de poner sobre la mesa temas que, aunque incómodos, son profundamente necesarios. Del otro lado del jardín, dirigida por Daniel Posada, no sólo se adentra en los dilemas éticos que rodean a la eutanasia y el aborto, sino que también nos ofrece una mirada honesta y cruda sobre la práctica del derecho.

Desde el inicio, la película nos desafía con una premisa audaz: ¿qué sucede cuando la justicia, los valores personales y las necesidades humanas chocan? La cinta, basada en la novela homónima de Carlos Framb y que está disponible en la plataforma de streaming Max, narra de manera autobiográfica el dilema que vivió el escritor tras concederle a su madre el deseo de morir y practicarle un suicidio asistido.

“El poeta colombiano despierta esposado a una camilla de hospital. Carlos dice haberla ayudado a morir en un acto de amor. Ahora deberá defenderse no solo en la corte, sino ante los medios y la sociedad colombiana”, se lee en la sinopsis.

Temas como la eutanasia y el aborto son abordados con una sensibilidad poco común en el cine contemporáneo. Sin caer en clichés ni moralismos simplistas, la película se atreve a mostrar la complejidad de decisiones que afectan no solo a los individuos directamente implicados, sino también a quienes los rodean. En este sentido, la obra nos recuerda que detrás de cada expediente, de cada caso legal, hay historias profundamente humanas.

Pero Del otro lado del jardín no nos enfrenta solo a dilemas éticos o la complejidad de sus personajes, sino también nos permite pensar en los valores de los abogados que moldean su manera de ejercer la profesión.

La película no solo es un drama poderoso; es también una invitación a la reflexión. Para quienes ejercen el derecho, la película plantea preguntas esenciales: ¿qué significa ser abogado en un mundo lleno de grises? ¿Qué lugar ocupan los valores personales en una profesión tan regulada por normas y procedimientos?

En un tiempo donde las instituciones legales enfrentan cuestionamientos y el valor de cada profesional, muchas veces, es medido por cuestionados rankings, la cinta nos recuerda que detrás de cada abogado o abogada hay personas, y que las decisiones éticas que tomamos definen tanto nuestra carrera como nuestra humanidad.

En última instancia, Del otro lado del jardín no busca ofrecer respuestas fáciles, sino abrir un espacio para el debate. En la intersección de la ley y la ética, nos muestra que el verdadero desafío no es solo conocer las reglas, sino decidir cuándo y cómo aplicarlas en un mundo imperfecto.

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