Columnas
Fatiga laboral como una responsabilidad legal en Chile
Por Eduardo Correa, Director Comercial de Polpo*
En Chile, la fatiga laboral sigue siendo un fenómeno silencioso, pero con consecuencias concretas: accidentes, errores humanos, enfermedades profesionales y pérdidas de productividad.
Su impacto va más allá de lo físico: afecta la atención, la memoria y la capacidad de respuesta. En industrias críticas como la minería, el transporte o la energía, puede marcar la diferencia entre un turno seguro y una emergencia operacional.

Aunque suele tratarse como un tema de salud y seguridad ocupacional, la fatiga tiene también una dimensión legal que las empresas no pueden ignorar.
El Código del Trabajo (art. 184) establece que el empleador debe “tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores”. A su vez, la Ley 16.744 (art. 66 Bis) obliga a implementar sistemas de gestión en seguridad y salud ocupacional, orientados a la prevención de todo riesgo laboral.
La normativa chilena exige reaccionar frente a los accidentes visibles, pero también anticipar los riesgos invisibles, como la fatiga, que pueden desencadenarlos. El reciente Decreto Supremo N.º 44 del Ministerio del Trabajo (2024) refuerza esta visión, al exigir una gestión preventiva y continua de los factores que afecten la salud y seguridad laboral.
La fatiga, es un desafío de salud, seguridad, productividad y bienestar, sin dejar de ser una responsabilidad legal y ética.
El problema es que no siempre se ve ni se mide fácilmente. A diferencia de los riesgos tradicionales, la fatiga actúa de manera silenciosa, acumulativa y variable. Sin embargo, su efecto en la seguridad es evidente: menor concentración, tiempos de reacción más lentos y mayor probabilidad de error humano y accidentabilidad.
La Dirección del Trabajo, en dictámenes recientes (N.º 3990/2019 y N.º 2913/50), reconoció que la fatiga y la somnolencia pueden ser objeto de monitoreo, siempre que se respete la privacidad y se oriente a la prevención de riesgos.
Esto demuestra que el Estado ya la incorpora dentro del marco de control y fiscalización laboral, aunque de forma indirecta. Frente a este escenario, los avances en inteligencia artificial y sistemas FRMS (Fatigue Risk Management System) permiten hoy predecir la fatiga antes de que se traduzca en un incidente.
Estas plataformas integran información sobre turnos, descanso, patrones de sueño y rendimiento cognitivo, generando alertas preventivas que ayudan a proteger a los trabajadores y mantener la continuidad operacional.
Más que reemplazar la gestión humana, la tecnología la complementa, entregando evidencia objetiva para la toma de decisiones y fortaleciendo el cumplimiento normativo. En industrias donde un error puede costar vidas, prevenir ya no basta: hay que anticipar.
Las normas chilenas son claras, el deber de proteger la vida, salud y seguridad de los trabajadores es ineludible. La fatiga laboral cumple todos los criterios de un riesgo ocupacional, y su gestión debería ser parte del estándar básico de prevención.
Chile cuenta con innovación local para hacerlo posible. Anticipar la fatiga es hoy la mejor forma de cumplir la ley y cuidar a las personas antes de que el cansancio se transforme en accidente.




