ColumnasTILT
Qué debe preocupar al abogado del futuro
"Para dar solución a muchos problemas de la profesión, la tecnología podría ayudar. Sin embargo, la mayoría de abogados ven el problema pero no lo atienden o simplemente lo omiten de sus preocupaciones y prioridades. Algo en lo que el abogado del futuro tiene mucho trabajo por hacer".
Por Felipe Herrera Herrera*
Roy Charles Amara fue un investigador, científico y futurólogo norteamericano conocido entre otras cosas por dar vida a la Ley de Amara, relativa a los efectos de la tecnología. Según la misma, las personas tenemos la tendencia de sobrestimar los efectos de una tecnología en el corto plazo y subestimar el efecto en el largo plazo.
O lo que es lo mismo, los avances tecnológicos producen al principio unas expectativas muy altas (“Blockchain cambiará el mundo”), para descender rápidamente hacia el abismo de la desilusión (“Blockchain no sirve para nada”), y alcanzar tras cierto tiempo (a veces años, en ocasiones décadas) las fases de la consolidación y la productividad (cuando ya pocos recuerdan esas tecnologías).
En el sector jurídico se da la Ley de Amara continuamente cuando nos referimos, por ejemplo, a Ia inteligencia artificial, la Legaltech o la innovación legal, esperando en muy corto plazo grandes resultados (que no llegan) y olvidándonos siempre de los verdaderos cambios en el largo plazo.
Por ejemplo, una revolución tecnológica en el sector legal que confirma esta regla es la invención de la imprenta de Gutenberg, que tardó casi cinco décadas en comenzar a usarse, a pesar de su ventaja obvia, ya que permitía que todos tuvieran acceso a la ley cuando lo normal era transmitirla verbalmente o con notas manuscritas.
Es ese el contexto en el que se encuentra el sector legal, rodeado de prometedora tecnología que no cuaja (tan rápido como se esperaba) y una gran resistencia a los cambios (que sí avanzan en realidad). En ese escenario de incertidumbre, ¿qué debe preocupar al abogado del futuro para que éste no le lleve por delante? Cuatro ideas que son a la vez retos y oportunidades.
En primer lugar el concepto del “Más por menos”. Es decir, hacer más trabajo legal por menos dinero. El “Más por menos” nace con la anterior crisis económica cuando los departamentos legales ven reducidos sus presupuestos y por tanto exigen a las firmas con las que trabajan que hagan igual o más trabajo que antes pero por menos dinero.
Ahí surge la necesidad de implementar tecnología, procesos y nuevas formas de prestar el servicio pero ahorrando costes. Ése es el reto.
La oportunidad son las nuevas entidades jurídicas, como los llamados prestadores alternativos de servicios legales (ALSP), las nuevas formas de precios (con ALSPs apostando por costos cerrados en contra de la facturación por horas) o nuevos modos de trabajo, como el de Legalitas y sus servicios low cost, pagando a sus abogados entre 2,27 y 3,03 euros por consulta telefónica y documento extrajudicial, siendo el sexto despacho que más factura de España.
En segundo lugar se encuentra la liberalización del sector, que ha provocado que profesionales que no son abogados creen empresas que prestan servicios legales. Es decir, este elemento permite la entrada de nuevos operadores legales como por ejemplo los proveedores alternativos de servicios legales, la publicidad masiva a través de nuevos canales como las redes sociales o posibilidades de inversión como la financiación de litigios.
En ese sentido, también este elemento ha generado nuevas oportunidades: nuevos modelos de negocio, de colaboración o de visibilidad.
Ejemplo de lo anterior es el despacho Cebrián y Asociados, creadores de la “Divorcioneta”, un camión, una furgoneta y un SEAT 600 que promocionan una solución altamente económica (y con mucho éxito) en Derecho de familia: divorcios a 150 euros.
Otro ejemplo de esa liberalización es la introducción en el sector legal de grandes empresas como Amazon, que en 2019 lanzó en Estados Unidos “Amazon IP Accelerator”, una plataforma en la que hace de intermediario entre pequeñas empresas y despachos especializados para asesorar en la protección de marcas.
Un tercer gran reto para el abogado del futuro será el cambio demográfico, principalmente impulsado por los llamados “Millennials” y la ”Generación Z”. Estas nuevas generaciones se comportan de manera distinta, incluso a la hora de trabajar, teniendo menos interés por el salario y más por otras condiciones como la conciliación personal – laboral y la formación continua. A su vez, son menos fieles como consumidores de servicios legales.
Ahora bien, el cambio demográfico también trae nuevas oportunidades para el sector legal, como el caso de los influencers, youtubers y streamers, o nuevas formas de llegar a nuevos talentos como por ejemplo a través de los Legal Hackathon.
Por último, el cuarto reto/oportunidad es el tecnológico, que está alcanzado un grado de sofisticación muy alto o amenaza con sustituir mucha mano de obra, incluso en tareas legales.
Es en este cuarto concepto en el que debemos hablar de Legaltech o tecnología legal. La misma consiste en el uso de tecnología para comercializar o prestar servicios legales de forma no tradicional y más eficiente. De lo anterior podemos extraer dos grandes bloques: 1) software o servicios online que reducen o eliminan la necesidad de acudir al abogado en su modalidad más tradicional y 2) software o servicios online que aceleran la gestión de tareas de los propios abogados y firmas, reduciendo el coste y el tiempo que un profesional debe invertir.
Asimismo, la Legaltech genera nuevas áreas y profesiones, por ejemplo: a) el responsable de operaciones legales, b) el gestor de proyectos legales, c) el ingeniero jurídico d) o el diseñador legal.
Y también genera un nuevo tipo de startup, especializado en este caso en tecnología o procesos para el sector legal. En ese sentido, Chile actualmente cuenta con 32 empresas relacionadas con la Legaltech. Las mismas están especializadas principalmente en 5 grandes categorías: 1) software de gestión para despachos y abogados, 2) plataformas para adquirir y/o generar contratos online, 3) plataformas de intermediación entre abogados y potenciales clientes encuentren, llamados marketplaces jurídicos 4) servicios para automatizar procesos legales y 5) plataformas para resolver consultas jurídicas y llevar a cabo reclamaciones online.
Presentados los 4 conceptos que para el abogado del futuro pueden ser retos y oportunidades, ¿cómo afecta eso al abogado del pequeño estudio jurídico? La realidad es que las firmas de entre 1 y 6 abogados (la mayoría del mercado), tienen problemas muy comunes y en parte similares a los retos indicados: a) Les resulta difícil conseguir nuevos clientes; b) Dedican demasiado tiempo a tareas https://estadodiario.com/wp-content/uploads/2018/02/im4-1.jpgistrativas; c) Los clientes no siempre pagan y d) Los clientes piden más por menos.
Para dar solución a esos problemas la tecnología podría ayudar. Sin embargo, la mayoría de abogados ven el problema pero no lo atienden o simplemente lo omiten de sus preocupaciones y prioridades. Algo en lo que el abogado del futuro tiene mucho trabajo por hacer.
En conclusión, el sector legal está experimentando cambios importantes que no van a ser pasajeros. Ante ese futuro escenario, las firmas pequeñas no reaccionan en general a los problemas comunes y habituales que saben que tienen.
La tecnología puede ser solución de buena parte de esos problemas, por ejemplo en la gestión de casos, documentos o facturación. Sin embargo, en esos procesos de mejora se deberá siempre tener en cuenta la cultura del sector legal, ya que las resistencias todavía son grandes.
En definitiva, al abogado del futuro le esperan retos desafiantes y oportunidades ilusionantes.
* Felipe Herrera Herrera es abogado especializado en derecho tecnológico en la boutique legal Términos y Condiciones. Consultor y socio en Legaltechies, consultora especializada en servicios Legaltech y de transformación digital para estudios jurídicos, departamentos legales, facultades de derecho y colegios de abogados.