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Abogados in-house en la actualidad: De asesores legales a partners estratégicos.

Por María Esperanza Schorr Donoso*.

En el entorno empresarial actual, el rol del abogado in-house ha evolucionado drásticamente, pasando de ser un simple asesor legal a un partner estratégico clave en la toma de decisiones corporativas. Hoy en día, no basta con mitigar riesgos; el abogado interno debe estar presente desde el inicio de los proyectos, con un enfoque proactivo que no solo anticipe los problemas, sino que también identifique oportunidades de negocio e impulse la innovación empresarial. Ya no se trata solo de garantizar el cumplimiento normativo, sino de convertirse en un agente activo del crecimiento y éxito de la compañía.

Parte fundamental de esta evolución implica ser un abogado orientado al negocio, o “business oriented“. Esto significa tener una comprensión profunda de los aspectos comerciales y estratégicos de la empresa, alineando el asesoramiento jurídico con los objetivos generales. Un abogado orientado al negocio debe conocer no solo la industria en la que opera su cliente, sino también los riesgos, oportunidades y desafíos específicos que enfrenta. Su labor consiste en proporcionar soluciones prácticas que no solo promuevan la eficiencia y el crecimiento, sino que también apoyen la visión estratégica a largo plazo, considerando cómo cada decisión legal puede afectar la posición competitiva de la empresa.

Otro aspecto clave en este rol es la capacidad de comunicarse de manera clara, empática y efectiva, evitando tecnicismos innecesarios que puedan generar confusión. Es vital que tanto abogados como no abogados comprendan plenamente la relevancia e impacto de los temas tratados. En un entorno en el que los desafíos comerciales rara vez son exclusivamente legales, la colaboración interdisciplinaria se vuelve indispensable. El abogado in-house debe estar dispuesto a trabajar de manera cercana y genuina con expertos de áreas como finanzas, tecnología, ventas y operaciones para crear soluciones integrales que aborden todos los aspectos del negocio. Esto requiere desafiarse constantemente a pensar desde la perspectiva del cliente interno y adoptar una mentalidad alineada con los objetivos comerciales de la empresa. Al mismo tiempo, el abogado debe enfocarse en maximizar la eficiencia y el valor que aporta, identificando de manera continua oportunidades para optimizar procesos, reducir costos y mejorar los resultados.

En un entorno empresarial cada vez más caracterizado por la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (conocido como VUCA por sus siglas en inglés), los desafíos para el abogado in-house se intensifican considerablemente. Gestionar las expectativas de múltiples stakeholders y, al mismo tiempo, alinearse con los objetivos estratégicos de la empresa sin comprometer su integridad, es un reto constante en este escenario dinámico. La volatilidad del mercado y la rápida evolución de las normativas exigen que el abogado sea ágil, manteniéndose continuamente actualizado respecto a los cambios regulatorios tanto a nivel local como global. La incertidumbre, por su parte, complica la capacidad de anticipar riesgos, lo que obliga al abogado a adoptar una visión estratégica flexible, capaz de adaptarse rápidamente a situaciones imprevistas y gestionar crisis de manera efectiva.

Además, la complejidad del entorno regulatorio, con normativas fragmentadas y en constante cambio, exige una notable habilidad para interpretar diversas legislaciones y coordinar su aplicación de forma transversal en toda la organización. Por último, la ambigüedad inherente a muchas situaciones empresariales implica que el abogado deba tomar decisiones cruciales con información incompleta, lo que incrementa el riesgo de error y demanda un juicio sólido, acompañado de una visión multidisciplinaria.

Paralelamente a estos desafíos, y con ocasión de los mismos, ha surgido una tendencia hacia la creación de organizaciones que agrupan a abogados y otros profesionales del derecho con intereses comunes, fomentando redes de apoyo para compartir aprendizajes y generar innovación en el sector. Sin embargo, para que estas agrupaciones cumplan su verdadero propósito altruista, es esencial que las “altas direcciones” de dichas organizaciones garanticen que todos los miembros puedan contribuir en función de su mérito, promoviendo un enfoque abierto y equitativo. La diversidad de ideas y perspectivas es crucial para el progreso, y es bien sabido que cuando una organización se cierra en torno a un grupo selecto, pierde su capacidad de cumplir su misión.

Fomentar un ambiente inclusivo y colaborativo, libre de favoritismos y exclusiones, donde se valore de manera real y objetiva la contribución de cada miembro, es fundamental para evitar caer en el autoritarismo, en el que unos pocos controlan quién participa y de qué forma lo hace. Si bien la crítica es necesaria para señalar estos peligros, el optimismo también juega un papel vital. Estas organizaciones tienen un gran potencial para transformar el sector legal positivamente, siempre que se mantengan fieles a sus principios fundacionales y abiertas a la contribución de todos sus miembros.

A modo de reflexión, considero firmemente que el abogado in-house del siglo XXI debe ser un socio estratégico, capaz de anticipar riesgos y ofrecer soluciones prácticas, colaborando con otras disciplinas para generar un valor integral. Los desafíos actuales, derivados de la globalización, la tecnología y la inteligencia artificial, exigen un enfoque proactivo y multidisciplinario. Al mismo tiempo, es fundamental que las organizaciones de profesionales del derecho promuevan un entorno inclusivo y colaborativo, fomentando el intercambio de ideas y evitando la concentración de poder. Solo así, tanto los abogados in-house como el sector legal en su conjunto podrán enfrentar con éxito los retos futuros y seguir aportando valor a las empresas y a la sociedad.

Desafiémonos a ser abogados de excelencia, “sin ser tan abogados”. Recordemos que el abogado es, ante todo, un servidor de la justicia, como bien lo expresaba el destacado jurista chileno Alejandro Silva Bascuñán. Nuestro objetivo debe ser que los clientes se sientan más tranquilos después de conversar con nosotros, no más preocupados. En un mundo donde lo único constante es el cambio, es hora de transformar nuestra práctica jurídica, acercándonos a aquellos a quienes servimos y convirtiéndonos en aliados estratégicos que contribuyan a un entorno más justo y eficiente. El cambio ya ha empezado, y está en nuestras manos que sea para mejor. Construyamos una práctica legal propia de nuestra época, que respete y valore el profundo legado de nuestra profesión, una tradición caracterizada por su prestigio, rigor y los aprendizajes que han cimentado nuestra identidad como abogados. Aportemos así a un futuro en el que los valores fundamentales de nuestra vocación se entrelacen con la innovación y la diversidad que el nuevo panorama exige.

*María Esperanza Schorr Donoso. CEO de Nomad Capital Invest. Abogada UC, LLM UC3M y MBA UPM.

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