Columnas
Más que gadgets: los regalos tecnológicos que todo abogado merece este fin de año
Por: Daniel S. Acevedo Sánchez | Linkedin | Email*
Estamos a 22 de diciembre. Los plazos fatales empiezan a escasear, el ambiente en los despachos y gerencias legales oscila entre el frenesí del cierre de año y la anticipación de las vacaciones, y en el aire flota esa mezcla de cansancio y satisfacción por haber sobrevivido a otro año. Probablemente, ya haya recibido la clásica botella de vino, la agenda de cuero que quizás no usará o los chocolates de algún cliente agradecido, pero si usted se toma en serio la evolución de su práctica, el mejor regalo que puede recibir, o hacerse a sí mismo, no viene en una cesta navideña.

Este año, propongo una lista de deseos diferente. No hablo de comprar el último iPhone por estatus ni de llenar la oficina de pantallas curvas solo porque se ven bien. Hablo de «regalos tecnológicos» entendidos como inversiones estratégicas: herramientas y habilidades que, en el 2026 que se avecina, marcarán la diferencia entre un abogado que sufre la tecnología y uno que la utiliza para amplificar su productividad. Aquí van seis ideas para poner debajo del árbol, pensadas para la realidad del abogado latinoamericano moderno.
- Regalarse alfabetización en IA (de verdad)
El primer regalo es intangible, pero es el que tiene el mayor retorno de inversión. Olvídese de los webinars gratuitos de «Introducción a la IA» que repiten lugares comunes. Este fin de año, regálese un curso serio, estructurado y profundo sobre inteligencia artificial generativa aplicada al derecho.
No me refiero a aprender a programar en Python, zapatero a tus zapatos, sino a dominar la ingeniería de prompts, entender las alucinaciones de los modelos, conocer los riesgos de confidencialidad y aprender a auditar los resultados que le entrega la máquina. Ya sea que litigue en Santiago, asesore empresas en Bogotá o trabaje en una fiscalía, la capacidad de iterar con una IA para redactar un mejor contrato o resumir un expediente complejo es la nueva alfabetización básica. Si no sabe cómo pedirle a la máquina que actúe como un «contraparte hostil» para testear sus argumentos, se está perdiendo la mitad de la fiesta.
- El computador que sus documentos merecen
Si cada vez que abre tres PDFs pesados y una videollamada, su computador empieza a sonar como una turbina de avión a punto de despegar, es hora de un cambio. En 2025, el hardware dejó de ser un commodity. Para el 2026, considere invertir en un equipo con una memoria RAM generosa (16GB es el mínimo vital; 32GB es la tranquilidad) y, si es posible, una buena unidad de procesamiento neuronal (NPU) o tarjeta gráfica. ¿Por qué? Porque la tendencia es correr modelos de IA pequeños de forma local («on-device») para garantizar la privacidad de los datos del cliente. Un buen computador no es un lujo; es la garantía de que usted no se congelará en medio de una audiencia ni perderá horas de vida esperando a que se guarde un archivo.
- Suscripciones profesionales (adiós a las versiones gratuitas)
Hay un hábito pernicioso en nuestra región: usar herramientas profesionales en su versión gratuita. Este año, regálese la suscripción «Pro». Pagar por la versión premium de ChatGPT, Gemini, o de herramientas con mayor intensidad en uso legal como Harvey, vLex o herramientas de edición de PDFs, no es un gasto más, es una inversión en eficiencia.
Las versiones pagas ofrecen mayor velocidad, mejor privacidad de datos (muchas garantizan que no entrenan sus modelos con su información) y acceso a funciones avanzadas de análisis de documentos. Deje de copiar y pegar textos en ventanas de chat dudosas. Invierta en herramientas que se integren con su flujo de trabajo y protejan el secreto profesional.
- Un asistente de reuniones que sí escucha
Los abogados vivimos en reuniones. Y el acto de tomar notas frenéticas mientras se intenta prestar atención al cliente es una receta perfecta para perderse de algo importante. Aquí entra un dispositivo que ha ganado tracción este año: el grabador con IA, tipo Plaud Note Pro o similares.
Imagine un dispositivo del tamaño de una tarjeta de crédito que graba la reunión (con consentimiento, por supuesto), la transcribe y, lo más importante, le entrega un resumen estructurado, una lista de tareas y un análisis de toda la sesión. Esto le permite estar presente en la conversación, mirar a los ojos (o a la cámara) y dedicarse a la estrategia, sabiendo que la captura de la información está resuelta. Es un regalo de paz mental.
- Higiene digital y ciberseguridad
Este es el regalo menos sexy, pero el que más agradecerá cuando llegue la crisis. Regálese una infraestructura de seguridad robusta. Esto incluye: un gestor de contraseñas de pago (como 1Password o Bitwarden) para dejar de usar «SUNOMBRE2026» en todas sus cuentas; llaves de seguridad físicas (YubiKey) para blindar su identidad digital; y un sistema de backup automático y cifrado en la nube. En un entorno donde los despachos de abogados son objetivos prioritarios para el ransomware por la sensibilidad de la información que manejan, la ciberseguridad es un deber ético. Dormir tranquilo sabiendo que los expedientes de sus clientes están seguros no tiene precio.
- Un «segundo cerebro» digital
Finalmente, regálese un sistema de gestión del conocimiento personal. Herramientas como Notion u Obsidian no son simples blocs de notas; son bases de datos relacionales donde puede conectar jurisprudencia, modelos de cláusulas, apuntes de audiencias y lecturas doctrinales. Construir su propio «cerebro digital» le permite dejar de reinventar la rueda con cada caso. En lugar de buscar en correos antiguos el contrato que hizo en 2019, tendrá un sistema donde su experiencia acumulada es un activo accesible y reutilizable. Es el paso de ser un acumulador de archivos a ser un arquitecto de su propio conocimiento.
Aunque en América Latina la adopción de tecnología legal a veces parece ir un paso atrás de los mercados anglosajones, la realidad en países como Chile con su avanzada tramitación electrónica y la sofisticación de sus gerencias legales demuestra que el terreno es fértil. El abogado que invierte en estas herramientas no está comprando juguetes; está comprando capacidad de respuesta.
Mi invitación para este cierre de año es simple: elija uno de estos «regalos» y comprométase con él. Que no sea una resolución de Año Nuevo que se olvida en febrero, sino una mejora estructural en su forma de trabajar. Porque en 2026, el mejor abogado no será el que más horas trabaje, sino el que mejor piense, y para pensar con claridad, necesitamos que la tecnología despeje el camino, no que lo obstaculice.
Felices fiestas y un próspero, y tecnológico, año nuevo.
Daniel S. Acevedo Sánchez es consultor en transformación digital y estrategia – Legal, Tax & Finance*




