Columnas

Riesgos de Automatización y Big Data: Rinocerontes grises de la revolución 4.0

"Con frecuencia escuchamos opiniones en las que se apela a la capacidad de los individuos para adaptarse a los cambios, en las que pareciera depositarse sólo en ellos la carga de hacer frente a los riesgos de la automatización y Big Data".

Por Javier Radovic*

Que los avances tecnológicos han alcanzado un punto sin retorno a una velocidad sin precedentes y que traen aparejados innumerables beneficios para la humanidad, son aseveraciones que escuchamos repetidamente y que a estas alturas nadie discute. Lo anterior no debiera ser obstáculo para preguntarse, con sentido de urgencia, cómo se han gestionando los riesgos asociados a la automatización y al Big Data.  

En materia de gestión de riesgos se conoce como Rinocerontes Grises (Michele Wucker) a aquellas amenazas evidentes, de gran envergadura y altamente probables, que se ignoran hasta que se aceleran causando estragos de diverso tipo. A la luz de los últimos acontecimientos en el sector del retail, despidos masivos, diversos estudios orientados a predecir cómo la automatización impactará el empleo, todo pareciera indicar que hemos estado hace varias décadas frente a un rinoceronte gris. En el mismo sentido, da la sensación de que ha existido una altísima tolerancia a los riesgos asociados al Big Data, a saber, desinformación cada vez más sofisticada, vulneración a la privacidad y una discriminación social asociada al tratamiento de datos, entre otras.   

Javier Radovic

Una de las particularidades de los ¨rinocerontes grises¨ de la cuarta revolución industrial es la velocidad que alcanzan, y que no es otra que la aceleración propia de las tecnologías exponenciales, la cual les permite atravesar el ámbito económico, político y social pisoteando derechos fundamentales y con ellos los pilares que debieran legitimar el sistema político. Un ejemplo es la capacidad algorítmica o de la inteligencia artificial para impulsar la desigualdad creciente impactando fuertemente a países como el nuestro, donde la desigualdad y la discriminación social alcanzan niveles altísimos. La situación es peor aún si consideramos que Chile es un verdadero ¨Data Paradise¨, en tanto no cuenta aún con la normativa ni la institucionalidad adecuadas para gestionar los riesgos en materia de protección de datos, lo que nos hace más vulnerables a los riesgos del Big Data. 

Con frecuencia escuchamos opiniones en las que se apela a la capacidad de los individuos para adaptarse a los cambios, y en las que pareciera depositarse sólo en ellos la carga de hacer frente a los riesgos en comento. Desde la década del cincuenta se debate sobre los riesgos de automatización, por lo que para el Estado y las empresas los eventos no deseados generados por estos avances, serían en parte el producto de una ¨ignorancia consciente¨. El por qué todos estos años la constante ha sido apartar la mirada de estos ¨rinocerontes grises¨, podría ser objeto de una importante investigación. Pero, dado el tiempo transcurrido, nada justifica la ausencia de medidas de mitigación de los riesgos de automatización y del tratamiento de datos a gran escala como el desempleo, la vulneración de la privacidad y la discriminación social señalados. A estas alturas, señalar que la automatización y el Big Data son Cisnes Negros (Nassim Nicholas Taleb) -lo que significa eventos sorpresivos, atípicos, de gran impacto y altamente improbables-, es una cómoda y/o hábil postura para justificar sus efectos adversos.

Probablemente en Chile estemos lejos de implementar un UBI (Universal Basic Income), ya presentes en algunos países del mundo desarrollado. Pero la toma de conciencia en la población y los cambios a nivel educacional, por ejemplo, responden a la existencia de políticas públicas y normativas promovidas por el Estado, las cuales constituyen medidas de mitigación a estos verdaderos riesgos de deshumanización. Las empresas, a su vez, debieran prepararse para gestionar el cambio colocando a las personas en el centro, lo cual implica -entre otras cosas- gestionar los riesgos de cumplimiento de la normativa vigente, alcanzar estándares internacionales y adecuar su estructura y políticas internas a los nuevos escenarios de riesgo.

Como se señaló, la robótica, la inteligencia artificial y el data science, llegaron para quedarse, y sus beneficios son de tal envergadura que van más allá de sustituir tareas mecánicas y repetitivas por aquellas que requieren criterio y liderazgo. Incluso se augura una revalorización de la actividad artística o creativa. No obstante, resulta imperativo generar factores correctivos a los avances tecnológicos que sitúen a las personas al centro de los mismos. Abordar el tema de la automatización o del big data desde una perspectiva de riesgos no responde a una visión apocalíptica o ¨tecnopesimista¨; más bien humaniza el debate y se orienta a que estos procesos beneficien a toda la sociedad y no sólo a unos pocos.

* Javier Radovic es socio de LegalTrust, firma Informática legal. Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Máster en Gestión de Riesgos por EALDE Business School (España) y la Universidad Rey Juan Carlos (España), y Diplomado en propiedad intelectual (PUC).  Ha especializado su práctica en diversas materias de seguridad de la información.

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