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Regulación y tecnología (RegTech): más allá de las fintech
"Las alternativas RegTech podrían fomentar el desarrollo de la industria en su forma actual y ser suficientemente flexible como para incentivar y adaptarse a nuevos modelos de negocios, promover la consistencia en la calidad de servicios prestados, fortalecer la seguridad jurídica y protección de los usuarios que conlleva un marco regulatorio bien definido".
Por Cristobal Díaz Guitart *
Mucho se ha dicho de las fintech, esto es, la innovación financiera basada en tecnología. Desde plataformas de crowdfounding como Patreon hasta apps de gestión de patrimonios como Fintual; para muchos son el futuro y fueron el principal foco de interés para el sector financiero durante la década que recién concluye.
También se ha comentado con aires visionarios las distintas formas de afrontar la regulación de estas nuevas tecnologías, e incluso la CMF publicó un documento sobre su eventual regulación legal a inicios del año 2019.
Frente a esto, nace una nueva frontera de la mano de las fintech que busca adecuar estas iniciativas a las aún nebulosas regulaciones actuales y venideras: las RegTech.
RegTech es la contracción de los términos Regulatory Technology, y refiere a la utilización de la tecnología para el cumplimiento de la regulación. Para la FCA de Reino Unido, son “nuevas tecnologías desarrolladas para ayudar a superar los desafíos regulatorios en los servicios financieros”.
Estas tecnologías nacen del compliance financiero, tras haber surgido varias nuevas normativas luego de la crisis de 2008, y en paralelo haber emergido nuevos modelos de negocio en la forma de startups basado en tecnología, a los cuales no se adecúan estas normas por haber tenido en mente a la banca tradicional al momento de legislar. Desde ahí, se han expandido hacia otros sectores especialmente regulados.
A juicio del Government Chief Scientific Adviser, también de Reino Unido, “las fintech tiene el potencial de aplicarse a la regulación y el cumplimiento para hacer que la regulación financiera y la presentación de informes sean más transparentes, eficientes y efectivos, creando nuevos mecanismos para la tecnología reguladora, las RegTech”.
Como bien sabemos, las nuevas tecnologías no eliminan los riesgos connaturales del sector financiero que motivan su regulación, pero a diferencia de la banca tradicional, es de máxima importancia dejar crecer, para luego formalizar y moldear en lugar de simplemente recortar y desincentivar con una regulación rígida.
Por su lado, las RegTech sirven de apoyo en el cumplimiento normativo a estas iniciativas, entre otras cosas, para quienes no requieren o no tienen acceso a departamentos legales in-house; como es el caso de muchas plataformas de crowdfounding, asset managment, etc. que han proliferado en los últimos años en nuestro país.
Para ilustrar su funcionamiento, tomemos como ejemplo el art. 11 de la reciente ley 21.234 sobre responsabilidad por fraudes de tarjetas bancarias, que establece el deber de informar semestralmente el número de usuarios afectados, montos involucrados y plazos de respuesta a la CMF.
Esta norma tiene en mente a la banca tradicional, sin embargo, este tipo de deberes de reportar podrían recaer sobre startups, lo que pesaría sobre ellas operacionalmente y constituiría una barrera de entrada, desincentivando la innovación. Afortunadamente este es uno de los usos concretos de las RegTech, el reporting regulatorio, que mediante softwares automatizan la confección y despacho de reportes, disminuyendo considerablemente esta carga y conciliando el interés de legislar con la holgura que requiere el emprendimiento.
En la misma línea, todo el sector privado puede implementar medidas de compliance sin el costo tradicionalmente asociado gracias a estos servicios, y quienes ya han implementado programas de compliance podrían nutrirlos con soluciones RegTech que ofrecen a las empresas reducir costos y esfuerzos, así como obtener información precisa a corto plazo para gestionar riesgos y poder facilitar datos a los órganos reguladores (el llamado compliance 2.0).
Contar con un soporte de tecnología regulatoria incluso podría servir para ser vistos de manera confiable y acreditarse ante sus fuentes de financiamiento y otros socios en la cadena productiva. De esta manera, abrirían el mercado disminuyendo las barreras de entrada que implican los gastos en requisitos regulatorios y facilitando la innovación; todo esto dando pleno cumplimento a lo que disponga el marco normativo en que se desempeñarán en el futuro.
Las alternativas RegTech podrían fomentar el desarrollo de la industria en su forma actual y ser suficientemente flexible como para incentivar y adaptarse a nuevos modelos de negocios, promover la consistencia en la calidad de servicios prestados, fortalecer la seguridad jurídica y protección de los usuarios que conlleva un marco regulatorio bien definido.
Incluso desde la otra vereda, las RegTech tienen un gran potencial que llevar a la mesa para los reguladores, quienes podrían reducir cargas operativas y automatizar procesos internos mediante la implementación del machine learning, big data, y semejantes.
Por último, se diferencia del LegalTech porque no buscan brindar acceso a servicios legales integrales de manera virtual sino ser implementadas para ayudar a dar cumplimiento dinámicamente a regulaciones sectoriales.
Así, esperamos que el uso de nuevas tecnologías para resolver cargas regulatorias y de cumplimiento de manera más efectiva y eficiente podría plantearse como un muy interesante objeto de estudio para el derecho, en relación con el sector financiero, el llamado compliance 2.0 y las nuevas tecnologías.
* Cristobal Díaz Guitart es estudiante de tercer año Universidad San Sebastián sede Concepción, cursó el programa de Gobierno Corporativo y Compliance de la Universidad del Desarrollo en 2019.