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Ser lesbiana y abogada en Chile

Hace unos días y a raíz del mes del Orgullo, con unas amigas empezamos a conversar sobre lo que significaba ser lesbiana y abogada en Chile y cuántas de las presentes se encontraban aun en el “closet laboral”, nos preguntamos del porcentaje de lesbianas que lo eran abiertamente en sus trabajos, si serviría tener alguna cuota laboral o de la discriminación que viven las lesbianas en sus trabajos, pero nos dimos cuenta que esas estadísticas difícilmente existen. Finalmente pensé que yo soy abogada, lesbiana y trabajo en Chile, quizás debería escribir sobre eso.

*Por Carmina Vásquez

Hace unos días y a raíz del mes del Orgullo, con unas amigas empezamos a conversar sobre lo que significaba ser lesbiana y abogada en Chile y cuántas de las presentes se encontraban aun en el “closet laboral”, nos preguntamos del porcentaje de lesbianas que lo eran abiertamente en sus trabajos, si serviría tener alguna cuota laboral o de la discriminación que viven las lesbianas en sus trabajos, pero nos dimos cuenta que esas estadísticas difícilmente existen. Finalmente pensé que yo soy abogada, lesbiana y trabajo en Chile, quizás debería escribir sobre eso.

Me remonto así a mis años Universitarios en los que no salía aun del closet, en ese momento no me llamaba “lesbiana”, la palabra era para mi más bien un insulto, lo escuché varias veces entre mis compañeros para referirse a alguien en ese sentido. En la Universidad era de hecho un secreto a voces quienes eran o no parte de la comunidad LGBTIQ+ y en general eran personas que se juntaban entre ellas. Me acuerdo muy patente incluso un día en el que le pregunté directamente a un compañero si era gay y me respondió ofendido que no y que como se me ocurría preguntar eso, tema aparte hoy es un referente para la comunidad.  Compañeras que se insinuaba eran lesbianas rápidamente aparecían con pololos, muchas de ellas viven hoy como lesbianas y nos reímos de eso. Así, yo estaba del otro lado, apoyando desde mi cómoda heterosexualidad, o quizás no, quizás vivía atemorizada y por la misma razón insistía en que tenía que ser heterosexual porque no había otra forma, era imposible para mi pensar en SER lesbiana y SER abogada.

Carmina Vásquez

Cuando conocí a mi ex aparte de haberme enamorado de ella, fue la primera vez que pensé que se podía ser ambas cosas, fue mi primer referente, ella era Lesbiana y era abogada. Las lesbianas no eran como me habían dicho en mi colegio católico, ella vivía como lesbiana y además era, aun es, una exitosa abogada en ascenso, trabajando siempre en los estudios más prestigiosos del país, sin embargo, a pesar de todo eso, jamás había contado en su trabajo que era lesbiana, para mí era evidente, pero también había un cuestionamiento. La conclusión: se podía SER, pero solo con la familia y amigos cercanos, para el mundo del derecho no era “necesario”.

Cuando salí del closet en mi trabajo a nadie le importó mucho, mi jefe se lo tomo con la misma naturalidad que cuando le contaba que salía con un hombre, siempre lo más importante es brindar un buen trabajo y punto. Lo lesbiana no me quita lo abogada, sin embargo aun hoy muchas veces no le cuento a mis clientes que soy lesbiana y cuando me preguntan si tengo pololo me limito a responder que no, me ha pasado incluso que alguno con el fin de menoscabar a la abogada de la contraparte me dicen que es así porque seguro es lesbiana y por eso “odia a los hombres”, en ese momento he debido ponerme la “capa” de lesbiana, que a veces la verdad cuesta sobrellevar, para informarles que yo también soy lesbiana y que los estoy defendiendo, entonces se disculpan de inmediato, saben cómo los defiendo así que no vuelven a cuestionarlo.

La mayoría de mis amigas son abogadas, lesbianas y trabajan en Chile, pero también varias no hablan abiertamente de eso en su trabajo, muy pocas en actividades en las que invitan a las parejas las llevan y las que viven con sus parejas cuando les preguntan prefieren decir que viven solas o con amigas. Muchas trabajan en multinacionales, en el Poder Judicial o en importantes estudios, los mismos que en junio se llenan de banderas de colores, sin embargo, sus propias trabajadoras no pueden expresar abiertamente su orientación sexual, por considerarse aun un rubro conservador y de apariencias.

Ser lesbiana y abogada en Chile significa la mayoría del tiempo no mezclar ambas cosas, puede significar no contarle a tus compañeros de trabajo o incluso quedarte en un trabajo donde te pagan menos porque ya saben tu orientación sexual, también puede significar escuchar comentarios dolorosos de clientes que defiendes con gran convicción, sin embargo, lo más terrible es que puede significar ocultarlo por años por miedo al rechazo, viviendo una doble vida y nublando así los colores del propio arcoíris.

* Carmina Asunción Vásquez Mejías, Abogada licenciada de la Universidad de Chile, Diplomada en Derechos Humanos, Diversidad Sexual, Identidad de Género y Políticas Públicas, Fundación Henry Dunant América Latina y Máster en Derecho de Género: Dimensiones Jurídicas y Tutela Jurisdiccional de la Universidad de Jaén. Activista Lesbofeminista.  

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