Columnas
Europa apuesta por la propiedad intelectual. ¿Qué pasa con Chile?
Acaba de publicarse la nueva Estrategia de Startups y Scaleups de la Unión Europea y el mensaje es claro: Europa quiere ser el mejor lugar del mundo para crear y escalar empresas tecnológicas, y la propiedad intelectual es un eje central para lograrlo.
Por: Catalina Olivos*
Acaba de publicarse la nueva Estrategia de Startups y Scaleups de la Unión Europea y el mensaje es claro: Europa quiere ser el mejor lugar del mundo para crear y escalar empresas tecnológicas, y la propiedad intelectual es un eje central para lograrlo.

En este ambicioso plan, la Comisión Europea no solo reconoce que las startups son claves para la soberanía tecnológica y la competitividad global. También identifica con lucidez que uno de los mayores cuellos de botella es el financiamiento, debido a que muchas de estas empresas no pueden usar su propiedad intelectual como garantía para obtener capital. El diagnóstico europeo es contundente: la falta de un ecosistema robusto de valorización de PI la baja confianza en estos activos intangibles y la escasa capacitación de bancos e inversionistas están limitando el crecimiento de sectores estratégicos como la biotecnología, la inteligencia artificial y los semiconductores.
Por eso, entre las acciones prioritarias anunciadas por la Comisión se encuentra el desarrollo de un marco europeo de valorización de la propiedad intelectual, en conjunto con la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE (EUIPO), con miras a generar instrumentos de financiamiento respaldados en PI para 2027. El objetivo no es menor: transformar la PI en un verdadero motor de inversión, crecimiento y autonomía estratégica.
Esta visión no es teórica. Personalmente, tuve la oportunidad de acompañar a una startup francesa en la construcción de su estrategia de propiedad intelectual, un trabajo que fue clave en su camino hacia el éxito. Esta empresa fue reconocida internacionalmente con un premio en el Consumer Electronics Show (CES), y luego logró licenciar su tecnología a una compañía global como Lenovo. Nada de esto habría sido posible sin una estrategia robusta de propiedad intelectual y un portafolio claro que asegurara la titularidad de lo que se estaba licenciando. Este proceso, además, contó con el respaldo de instrumentos públicos que entendieron que proteger la innovación era tan importante como desarrollarla.
Mientras tanto, ¿qué está haciendo Chile?
Pese al notable talento científico y tecnológico que existe en nuestro país, la propiedad intelectual sigue siendo una dimensión subestimada en las políticas públicas de innovación. No existen incentivos claros ni programas robustos que permitan a las startups proteger estratégicamente sus activos intangibles. Tampoco contamos con un sistema bancario o de inversión que comprenda y valore la PI como colateral o activo estratégico. ¿El resultado? Muchas ideas chilenas de alto valor terminan siendo absorbidas por mercados más desarrollados o nunca llegan a materializarse.
Chile está perdiendo una oportunidad. La propiedad intelectual no es solo un registro formal o un trámite burocrático. Es una herramienta de posicionamiento competitivo, de atracción de inversión, de expansión global. Es la forma en que una startup protege su ventaja, escala su negocio y construye confianza.
Si queremos realmente fomentar una economía basada en el conocimiento, no podemos seguir abordando la PI como un lujo para grandes empresas o dejándola como un tema a tratar sin prioridad. Necesitamos políticas públicas que, como las europeas, integren la propiedad intelectual desde el inicio del ciclo emprendedor, promuevan su valorización, y activen instrumentos financieros que reconozcan el verdadero valor de innovar.
Europa lo entendió. Chile aún está a tiempo.
*Catalina Olivos. Socia en SantaCruzIP