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La transformación tecnológica es el motor de un mejor ejercicio legal

El prestigio de la abogacía se sostiene sobre la confianza pública en el conocimiento técnico, la integridad ética y la utilidad social del servicio que presta. Esa confianza se construye y afianza de manera cotidiana en la manera en que los abogados ejercen su labor, en la relación con todos los actores del sistema legal, y en la forma en que responden a los cambios del entorno. Uno de esos cambios, probablemente el más significativo de esta década, es la transformación tecnológica.

Por: Isabel Margarita Cabello*

El prestigio de la abogacía se sostiene sobre la confianza pública en el conocimiento técnico, la integridad ética y la utilidad social del servicio que presta. Esa confianza se construye y afianza de manera cotidiana en la manera en que los abogados ejercen su labor, en la relación con todos los actores del sistema legal, y en la forma en que responden a los cambios del entorno. Uno de esos cambios, probablemente el más significativo de esta década, es la transformación tecnológica.

Isabel Margarita Cabello

En este escenario, la incorporación de nuevas tecnologías debe ser vista como una mejora concreta para toda la cadena de valor jurídica: desde el profesional que asesora hasta la persona que necesita acceder a una solución legal.

El ingreso de herramientas digitales, automatización de procesos y sistemas de inteligencia artificial no ha desplazado el trabajo jurídico, pero sí ha comenzado a modificar la función del ejercicio. La tecnología permite reducir tiempos, estandarizar procesos repetitivos y mejorar la comprensión de documentos legales. Estas innovaciones, cuando se aplican de manera estratégica, no reemplazan al abogado: lo liberan de tareas mecánicas y le permiten concentrarse en lo esencial. Al mismo tiempo, aumentan la accesibilidad del servicio legal, facilitando la interacción de los ciudadanos con el sistema de justicia.

Diversas experiencias en el ámbito privado y académico han demostrado que es posible avanzar hacia modelos de atención centrados en el usuario, apoyados en plataformas digitales y mejoras de lenguaje. Algunos proyectos han rediseñado procedimientos judiciales aplicando metodologías de diseño de servicios, con foco en la experiencia de quien requiere orientación legal.

En mi experiencia previa como fiscal de BancoEstado, la modernización contempló la incorporación de sistemas de gestión colaborativa, el uso de herramientas digitales y la reorganización de procesos internos. Estas medidas contribuyeron a mejorar la productividad del equipo jurídico y a ofrecer un servicio más eficiente y alineado con las necesidades de la institución. El proceso también permitió impulsar una transformación digital. Sin embargo, lo más relevante fue avanzar hacia una transformación cultural, que es en definitiva la que perdura.

Los enfoques basados en la eficiencia mejoran el alcance del servicio jurídico.

El desarrollo de estas capacidades no puede desvincularse del deber de resguardar los principios fundamentales de la profesión. American Bar Association, por ejemplo, ha emitido recomendaciones para el uso ético de la inteligencia artificial en el ejercicio legal, desde el punto de vista de la profesión y de todo el sistema de justicia.

El desafío consiste en integrar estas transformaciones sin renunciar al núcleo ético del ejercicio profesional. La adopción tecnológica no es neutra, ya que requiere criterio, formación continua y, también, estructuras institucionales capaces de acompañar el proceso. El Colegio de Abogados puede cumplir una función en este tránsito, promoviendo estándares compartidos, ofreciendo formación especializada y visibilizando buenas prácticas que sirvan de referencia para los distintos sectores del ejercicio legal.

En este contexto, el prestigio profesional se fortalece cuando la innovación tecnológica se vincula con una práctica jurídica eficiente. Incorporar herramientas tecnológicas implica dotarlo de nuevas capacidades para responder con soluciones claras y tiempos razonables.

La revolución tecnológica representa, por lo tanto, una oportunidad para renovar la legitimidad del ejercicio jurídico. En lugar de ver estos cambios como amenazas, es posible reconocer en ellos un impulso para actualizar la práctica profesional, reforzando los principios que la sostienen. El prestigio de nuestra profesión se demuestra en la manera en que se responde a los desafíos de nuestra época.

*Isabel Margarita Cabello, abogada. Defensora del Asegurado, profesora de Derecho Seguros del Diplomado Universidad de los Andes. Candidata a consejera Lista Nuestro Gremio

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